La Dra. Ehrenfried
(1896-1994) tuvo que exiliarse en París a causa de la Segunda Guerra
Mundial y al no poder ejercer la medicina en este país, dedicó su tiempo a
desarrollar y aplicar las enseñanzas que había recibido de su maestra, Elsa
Gindler. Ésta, llevada por su intuición, había desarrollado todo un trabajo
sobre la conciencia en la respiración, con el que llegó a curarse de la
tuberculosis y este acontecimiento dio un giro a su forma de trabajar como
maestra de educación física.
Thérèse Bertherat mencionó el trabajo de la Dra. Ehrenfried en su libro
«El cuerpo tiene sus razones», fue entonces cuando yo lo descubrí a finales
de los setenta. La Dra. Ehrenfried decía que su trabajo está basado en el
despertar sensorial y la toma de consciencia, y que se dirigía a aquellas
personas que querían hacerse responsables de su propia salud, que estaban
dispuestas a favorecer la autorregulación de su organismo en todos los
sentidos. Yo agrego que se dirige a las personas que tienen interés en
explorar la naturaleza humana a través de un viaje de autoconocimiento que
toma el cuerpo como punto de partida.
Algunos alumnos/as durante estos años han descrito la experiencia de
asistir a las clases con estas palabras: «Esta práctica es increíble. Con
ella estoy descubriendo una parte de mí que desconocía. Un mundo de
sensaciones internas, que nunca se me hubiera ocurrido escuchar; músculos,
huesos, articulaciones, formas, estructuras... que evidentemente vivían
conmigo, desde siempre y yo desconocía». «Experimentos que conducen a
reconocer el valor de cada gesto, cada movimiento, cada acto. Y así sentir,
recuperar (hasta donde se puede) la espontaneidad del niño: la vivencia del
instante presente, el compromiso con lo que se está (o no) haciendo, el
poner el alma donde está el cuerpo».
Conozco este proceso, lo he vivido personalmente y lo he presenciado en
aquellas personas que han participado en mis clases, progresivamente he
visto cambiar sus cuerpos y su mentalidad. Es un proceso de autoafirmación
que va cambiando la perspectiva con la que uno mira las cosas, de encontrar
tu lugar, de saberse y de sentirse, de estar presente y de percibir, de aplomo
y a veces de serenidad y calma. Hacia estas personas siento un gran respeto
pues juntos hemos realizado parte de un viaje apasionante, conmovedor y
lleno de humanidad.
Lógicamente, una gimnasia que se denomina holística tiene que estar
basada en la interacción que se da entre el cuerpo y la mente. Cualquier
estímulo que produzcamos en el cuerpo tendrá una resonancia en nuestra
conciencia y cualquier cambio que se dé en nuestro estado de conciencia
ocasionará cambios en nuestros procesos corporales. La gimnasia holística
se mantiene atenta a todos aquellos procesos que vinculan el cuerpo y la
conciencia.
La respuesta del cuerpo a determinados estímulos no es la misma cuando
nuestra consciencia se encuentra desplegada. Si conseguimos mantener una
percepción sensorial clara de lo que estamos haciendo sin que la
reactividad del pensamiento lo invada todo, es fácil que encontremos
cambios en el cuerpo verdaderamente asombrosos. De esta manera, parece que
el cuerpo tenga resortes que nunca habíamos tocado. Cuando creamos este
estado de atención-escucha, algo mínimo puede producir grandes cambios o lo
que es lo mismo, un pequeño estímulo puede producir una gran resonancia.
Parte de las consignas que sugiere el facilitador que guía el grupo tienen
como propósito provocar esta reacción en la conciencia de la persona y así
poder convertir una experiencia que podría ser ordinaria en algo
significativo.
En la primera etapa de la vida nuestra exploración del mundo es
exclusivamente sensorial, a través del tacto, el gusto, el oído, la mirada
que contempla sin hacer juicios y las sensaciones cinestésicas.
Inicialmente, desde los sentidos y las primeras emociones, nos hacemos
una idea de las cosas, de la vida y del mundo. Este es el lenguaje con el
que experimentamos nuestras primeras vivencias de apoyo, soporte,
aceptación y afecto, un medio de expresión e intercambio que a veces
olvidamos y cuya carencia, afecta a nuestra salud. Antes que la palabra
tomara la hegemonía de la comunicación, el código era puramente sensorial.
Progresivamente, la razón va poniendo nombre a las cosas y la
experimentación sensorial se va condicionando por la educación y la
cultura. Poco a poco, vamos desarrollando nuestras capacidades cognitivas y
nuestro mundo emocional se va haciendo cada vez más complejo. A medida que
crecemos, la percepción pura y clara de las cosas se va viendo interferida
o influenciada por la concepción que hacemos de ellas.
En cuanto al aprendizaje corporal se refiere, el desarrollo de
habilidades psicomotrices tiene lugar también en dicha etapa, sometidos a
distintas emociones y especialmente a la inseguridad propia de la falta de
habilidad. Ya de adultos, nuestro manejo corporal seguirá condicionado por
las vivencias emocionales del pasado aunque no seamos conscientes de ello.
Parte de nuestro trabajo tiene como propósito replantear el aprendizaje
corporal libre de las emociones que pudieron influenciarlo en el pasado. La
experimentación consciente del movimiento desde una actitud neutra y
calmada, nos ofrece la oportunidad de evitar tensiones innecesarias que
limitan nuestra capacidad funcional.
El gesto es antes que la palabra y antes que el gesto la percepción más
pura se da en silencio. El gesto representa con mayor veracidad aquello que
somos o queremos expresar, es más, a veces expresa algo que sentimos y no
quisiéramos mostrar. Trabajar con el gesto es abordar un lenguaje primario
no tan «pervertido» como el lenguaje verbal. Yo siempre digo que con la
palabra podemos fácilmente llegar a mentir. Abordar la expresión gestual y
el movimiento en lo no verbal nos permite conservar una percepción más
clara de aquello que sucede en nuestro interior y antecede al propio gesto.
«El cuerpo es lenguaje y las cadenas musculares son sus herramientas de
expresión». Esta es una de las premisas básicas del método de Godelieve
Denys-Struyf. Nuestra tipología (apariencia postural) constituye un
lenguaje grabado en el cuerpo. Las cadenas musculares reaccionan de manera
defensiva en aquellas situaciones que son traumáticas para nosotros, tanto
a nivel físico como emocional y reflejan también nuestras principales
pulsiones psico-comportamentales. Cuando esta reacción se convierte en un
exceso, ellas registran en forma de huellas morfológicas nuestra historia,
nuestras motivaciones esenciales y nuestras carencias, hacen de nuestro
cuerpo un mapa donde leer lo que somos, más allá de nuestro discurso. Se
forman patrones de tensión que limitan nuestra capacidad de expresión.
Los paisajes del cuerpo
A veces, cuando puedo hacer uso de una mirada calmada y compasiva, miro
a mí alrededor y contemplo un elocuente paisaje lleno de manifestaciones
silenciosas. Hay cuerpos que expresan deseo, un deseo que les impulsa hacia
delante con cierta falta de perspectiva, con una mirada lineal, fácilmente
desatienden lo que encuentran a su paso. Cierta desarmonía hace que al
movimiento le falte gracia en la periferia.
Hay cuerpos que no tienen un rumbo fijo, el desasosiego o el desánimo
muestra gestos de abatimiento, tal vez no tienen adonde ir o se dirigen a
cualquier sitio. A veces su postura habla de una falta de soporte, tal vez
en algún momento lo tuvo y ahora lo ha perdido, a lo peor la sociedad no
les acepta por alguna razón insólita. Tal vez, el soporte nunca existió y
esa falta de aplomo tendrá que resolverse en el momento que la persona se
da cuenta.
Hay cuerpos que exteriorizan tanto sus cualidades que hasta son un poco
invasivos, demasiado periféricos o superficiales, parece que algo les falta
en su eje, tal vez algo de silencio, mirar hacia dentro o detenerse para
escuchar.
Hay cuerpos que están claramente cerrados, tal vez se avergüenzan de
algo que han encontrado en su interior, tal vez tienen miedo y todavía no
han aprendido que el miedo puede acompañar a la acción y que a veces, la
acción apasiona tanto que el miedo se olvida. Tal vez esa cerrazón es la
consecuencia de una herida, de un dolor antiguo que dejó su huella, que se
grabó en los tejidos en forma de una memoria refleja. Puede que la persona
no se haya dado cuenta de que el cuerpo tiene una tendencia innata a
restaurar sus tejidos y que se puede encontrar la actitud adecuada para
favorecer ese proceso.
Hay cuerpos de ambición, agitados y nerviosos, a veces hiperactivos,
como si no pudieran perder un minuto en su tarea de poseer.
Hay cuerpos que no se enseñan, parece que quisieran ser invisibles,
pasar desapercibidos, tal vez una falta de aceptación les ha hecho así, a
lo mejor nadie les ha mirado, nadie les ha visto, nadie les ha recorrido
con los sentidos, no han despertado todavía.
Hay cuerpos chispeantes de alegría, llenos de ilusión, con un alto
contenido de música y color en su interior, se les nota en la gracia del
movimiento y en el brillo de sus ojos, están llenos de aceptación. Donde
están disfrutan de lo que encuentran, saben que hay una mirada que puede
transformar las cosas, su forma rebosa armonía, aunque no responda a lo que
otros esperan de ella.
Hay cuerpos con un exceso de rigor o de exigencia, que no respiran,
están llenos de ideas preconcebidas o de mandatos, están como atrapados en
un corsé que les impide funcionar con naturalidad, su movimiento puede
llegar a ser estereotipado.
Hay cuerpos que parece que se derrumban, que están en el abandono,
parece que les falta una razón para existir.
Hay cuerpos llenos de sensualidad, a veces se ve como algo impostado o
a veces es el reflejo del goce de vivir y de sentir.
Hay cuerpos de quietud y comprensión, se apoyan en la tierra de manera
confiada, tal vez han descubierto que nada es demasiado importante, que la
gratitud y el sentido del humor siempre pueden encontrar un lugar en su
corazón, parece que no tienen nada que perder. A lo mejor, han descubierto
que pueden correr el riesgo de amar y aunque su forma no sea la ideal, han
aprendido a vivir con sus limitaciones y lo que parecían defectos pueden
enseñarse sin pudor, pues al final han comprendido que todos somos
«imperfectos».
Si pensamos que el cuerpo es como una esponja que absorbe las
influencias del medio en el que se encuentra, también podemos imaginar que
el cuerpo puede liberarse o desprenderse de aquello que haya acumulado. Es
como si esta esponja tuviera la necesidad de renovarse o vaciarse para
volverse a impregnar de influencias renovadas. En la Gimnasia Holística
trabajamos para facilitar conscientemente este mecanismo; a veces digo que
se trata más de quitar que de poner (desaprender), quitar para que surja
nuestra verdadera naturaleza.
Para iniciar este proceso es necesario pararse y escuchar. Esta es una
posibilidad que a menudo nos negamos los seres humanos, parece que es «más
fácil construir una realidad» llena de objetivos. Si me detengo a escuchar,
tal vez encuentro algo que no me gusta o hay algo que tendría que cambiar.
A veces, nuestro imparable quehacer puede convertirse en una tapadera que
nos impida ver donde estamos realmente. En mi opinión, detener esta
dinámica es el comienzo de la mencionada autorregulación.
El movimiento como experiencia consciente
Nuestro cuerpo es un desafío continuo a la fuerza de la gravedad. El
sistema muscular nos proporciona sostén y movimiento gracias al antagonismo
(complementariedad) que se da entre los diferentes grupos de músculos.
Mientras unos llevan a cabo una acción determinada, hay otros que realizan
la función opuesta. En el equilibrio entre estas dos tensiones recíprocas
se encuentra una clave para la salud de nuestro aparato locomotor.
El exceso o la debilidad en una de ellas puede protagonizar o ser causa
de diferentes conflictos que llegaremos a experimentar en forma de desalineamientos
posturales o alteraciones en la funcionalidad del movimiento. Esta
bipolaridad fisiológica inherente a nuestro sistema músculo-esquelético que
oscila entre la desprogramación y la sobrecarga, el exceso de tono y la
hipotonía, la hipertrofia y la atrofia da lugar a un equilibrio frágil que
resulta difícil de mantener dentro de un estilo de vida alejado de la
naturaleza.
El movimiento es posible gracias al desarrollo de patrones
neuromusculares, gobernados por el sistema cerebro-espinal que se materializan
en forma de habilidades biomecánicas. Estas habilidades son las que nos
permiten estar de pie, caminar, ir en bicicleta, bailar al ritmo de una
determinada melodía, pelar patatas y un largo etcétera.
Son patrones de utilización corporal que ejercemos diariamente por
adaptación al medio. De todos los patrones que hemos podido desarrollar,
hay unos que son utilizados con más frecuencia y otros que se encuentran
casi olvidados, en desuso. La falta de alternancia entre dichos patrones
siempre será causa de un exceso o sobrecarga para ciertos grupos musculares
mientras que habrá otros que estarán débiles o desprogramados.
Uno de los ejes del trabajo de la Dra. Ehrenfried se encuentra en la
consciencia del movimiento. El propósito no es obtener más fuerza como en
la mayoría de gimnasias, hay un interés primordial por la coordinación
neuromotriz, a través de movimientos realizados con suavidad y precisión.
Conservar la habilidad para favorecer el gesto justo. Esta es una manera de
refuncionalizar el movimiento, de mantener vivo su origen en la corteza
cerebral y conservar en buenas condiciones las vías neuronales de conexión
entre el cerebro y los músculos.
En este ámbito, resulta fundamental trabajar la micromovilidad para
abordar la musculatura profunda pues ésta se encuentra en muchos casos
desprogramada. También utilizamos una gran variedad de técnicas de
movilización articular, con el fin de liberar las articulaciones del exceso
de presión al que se ven sometidas habitualmente. Estas movilizaciones se
realizan preferentemente en descarga y a veces, los músculos que generan el
movimiento no se encuentran en la región a movilizar.
La autorregulación del tono muscular es una de las consecuencias de
abordar el movimiento en estos términos.
Otro de los recursos utilizados en el trabajo de la Dra. Ehrenfried es
una gran variedad de bastones y pelotas de diferentes tamaños y densidades
para que, a través de presiones en diferentes zonas del cuerpo, producir
una respuesta neuromuscular de distensión en el tejido.
El contenido de las sesiones
«Se trata más de permitir que de forzar». «Dejad que suceda». Cuando
escuché por primera vez esta premisa en una de las primeras sesiones
durante mi curso de formación, me quedé parado, me sentí confrontado ¡Cómo
es posible que una frase tan simple signifique tanto en el contexto del
trabajo corporal!, ¡Cuántas cosas se pueden desprender de ella! En ese
momento comprendí la envergadura de este trabajo, pensé: ¡Qué manera tan
inteligente de «hacer gimnasia»! ¡Cuántos cambios de actitud tengo que
hacer….! Conseguir, lograr, forzar, sugiere esfuerzo. Permitir se refiere
más bien a una actitud interior, es estar disponible a los posibles cambios
que el cuerpo pueda necesitar. La alegría me recorrió todo el cuerpo, había
encontrado una clave que me serviría para toda la vida.
«El trabajo se adapta a la persona y no la persona al trabajo» Esta
premisa me hizo entender que estábamos llevando a cabo una práctica
corporal de orientación claramente humanista.
Las sesiones se plantean como un trabajo individual hecho en grupo. No
hablamos de ejercicios, llevamos a cabo experimentos en forma de una
búsqueda guiada a través de consignas verbales para que los/as alumnos/as
puedan hacer una imagen mental de la propuesta sin utilizar la inducción ni
la sugestión. Estas consignas constituyen un acompañamiento que va más allá
de lo meramente corporal, se refieren tanto a lo concreto como a lo sutil y
proporcionan una reflexión permanente sobre la actitud con la que llevamos
a cabo las prácticas. La idea es crear un verdadero continuum de trabajo
que abarca, estructura, función, cualidades y actitudes, dando pleno
sentido al significado de la palabra holístico.
«La respiración prevalece siempre», esta es otra de las premisas que
identifican el trabajo de la Dra. Ehrenfried. En cuanto a la respiración yo
creo que es más una cuestión de ajuste fino que de ponerle voluntad, dejar
que suceda, no estorbar a una función que es autónoma, refleja y
autorreguladora. Cualquier práctica o ejercicio que limite o margine a la
respiración pierde valor en sí misma o carece de sentido. Nuestro interés
se centra en liberar la respiración, favorecer su adaptabilidad, despertar
la consciencia para identificar cuando se encuentra alterada y como podemos
favorecer su normalización. No se trata de hacer un entrenamiento
voluntario, observamos los procesos de cambio y adaptación que la
respiración experimenta durante las diferentes posiciones y movimientos.
En las sesiones, se trata de proporcionar los medios para que la
persona desarrolle la capacidad de autoexploración y autoconciencia. Crear
las condiciones adecuadas para, por ejemplo, explorar todas las
posibilidades de movimiento que tiene el hombro, o si es posible dejar que
el sacro descanse totalmente sobre una pelota, o intentar que sea la mano
quien mueva la cabeza sin que intervengan los músculos del cuello. Observar
como reacciona el esqueleto cuando haces percusiones sobre él, o que sucede
cuando tu espalda se apoya sobre un bastón. ¿Cómo contemplas lo que te
rodea después de hacer un «bombeo» sobre el globo ocular? ¿Cuál es la
distancia en la que me siento mejor cuando estoy junto a ti? O, si puedo
permitir que mi cabeza descanse en tus manos con total confianza. O ¿cuál
es el esfuerzo justo para desplazarme en el espacio? O ¿cuáles son los
pequeños cambios que necesita mi respiración para que pueda fluir con mayor
libertad?
Muchas veces pido a mis alumnos/as si es posible abandonar todas las
expectativas ante una nueva práctica; cuando tienes expectativas de
conseguir algo el camino suele estar condicionado, el proceso pierde
espontaneidad.
Los experimentos corporales llevados a cabo tras haber soltado todas
las expectativas sobre sus resultados despiertan un interés genuino, una
curiosidad que puede llegar a transformar el instante y en esa búsqueda,
encontrar nuevas posibilidades de funcionamiento tanto para el cuerpo como
para la mente. Se trata más bien de aprender a disfrutar del trayecto y no
tanto de mantener la atención fija en la meta.
Entre la gran variedad de experimentos que podemos llevar a cabo, hay
algunos que se realizan en pareja o en grupo. El encuentro no verbal entre
dos personas siempre es de una gran riqueza, permite explorar cuales son
nuestras tendencias básicas en el contacto. Cuando me acerco a otra
persona, si estoy atento/a puedo observar que se interpone entre nosotros,
si hay ideas que restan espontaneidad, o si permanezco abierto/a a la
experiencia. ¿Puedo dar y recibir sin perder mi identidad?, ¿tengo
tendencia a imponerme o tal vez prefiero siempre dejarme llevar?, ¿soy a
veces invasivo/a?, ¿soy capaz de soportar cualquier cosa para ser
aceptado/a?, ¿respeto el ritmo de la otra persona?, ¿puedo respirar en
compañía?, ¿cómo es la manera de separarme? El contacto es una fuente de
autoconocimiento.
La lentitud como terapia
¿Cuál es el ritmo que nos permite funcionar conscientemente? ¿Qué ritmo
nos permite una mayor plenitud?
Algunas veces nuestras acciones se solapan unas sobre otras de modo que
no podemos identificar cómo resuenan en nuestro interior. Aunque la palabra
concentración suena ya un poco gastada, no deja de tener significado. Se
refiere a algo fundamental para la naturaleza humana, actuar sin perder el
centro. Este será uno de los propósitos de nuestra práctica, encontrar la
sincronicidad entre el corazón, la razón y los sentidos.
Las prácticas en la sala de trabajo se suceden de manera pausada, esto
nos permite ver cómo nos acercamos, cómo entramos y cómo salimos de cada
una de las propuestas, identificar qué huella deja en nosotros cada
experimento, si su resonancia se deja sentir más bien a nivel físico,
sensorial o si tal vez repercute en nuestro estado de ánimo. ¿A dónde me
lleva cada una de las prácticas? ¿Qué me sobra o qué me falta? Qué necesito
o qué puedo hacer para completar. Verbalizar la respuesta a estas preguntas
puede servir de guía para la persona que lleva el grupo, la sesión se va
elaborando sobre el terreno, no hay esquemas preconcebidos.
Esta lentitud propia de lo que yo llamo a veces un «laboratorio de
trabajo corporal» es la que nos permite tomar consciencia de ciertos
matices que a veces pasan desapercibidos, tanto en el adentro como en el
afuera.
Cuando recibí la propuesta de escribir este artículo pensé que era
estupendo y que podía hacerlo en unas cuantas semanas. Seguramente llevado
por la ambición o por el deseo de reconocimiento lo habría hecho, pero no
sé si esta hubiera sido mi mejor manera de hacerlo, si procediendo de este
modo habría respetado mi propio ritmo.
Me tomé tiempo para sentir si verdaderamente lo quería hacer, si
después de lo que había escrito en otras ocasiones tenía algo nuevo que
decir, si era capaz de redefinir el trabajo y si lo hacía, cual era el
ritmo adecuado para mí. Pensé, reflexioné y tomé muchas notas,
especialmente después de las sesiones de trabajo; algunas permanecieron
días en mi agenda, otras en la estantería de mi sala. Pasaron los días y
seguí reflexionando sobre que era aquello que me entusiasmaba de este
trabajo y entre las muchas cosas que lo identifican hay una que quiero
destacar: la persona es lo primero y si no se respeta a si misma puede que
acabe llegando adonde no quería ir. Uno de los propósitos de la Gimnasia
Holística es que la persona aprenda a respetar su propio ritmo, funcionando
en unas condiciones que le permitirán darse cuenta de lo que hace y como lo
hace.
Ha pasado exactamente un año y ahora es el momento en que me siento a
recopilar aquello que ha florecido después de estas cuatro estaciones;
funcionando así me siento mejor y mi ritmo es más orgánico.
Yann Arthus-Bertrand en su documental Home, muestra claramente cuales
son las consecuencias que estamos experimentando, tanto a nivel planetario
como personal, debido a la aceleración que en diversos procesos hemos
impuesto los seres humanos.
No se trata de imponer la lentitud a toda costa en nuestro día a día,
se trata de funcionar con un nivel de escucha que nos permita la plena
consciencia, cada uno sabemos cuando determinado ritmo nos hace perder la
atención. Tal vez en la alternancia se encuentra una clave para mejorar en
este sentido.
La Gimnasia Holística está considerada como una pedagogía con
aplicaciones terapéuticas y preventivas. Como osteópata he podido constatar
que tiene un efecto normalizador sobre el aparato locomotor y los
diferentes ritmos corporales.
En mi caso la aplicación del trabajo de la Dra. Lily Ehrenfried ha
recibido la influencia de otros métodos que están en la misma línea o
tienen un origen común, especialmente el de Consciencia Sensorial de
Charlotte Selver. También he incorporado a la práctica de grupo ciertos
elementos que proceden de la osteopatía.
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